¿Sirve?
El parto, recordando a
mi profe Fonnegra, es la peor paliza que alguien reciba en su vida.
Para empezar, se nace
en inminente riesgo de morir por asfixia, sus alvéolos pulmonares sellados, incapaces
de eliminar el gas carbónico que se acumula intoxicándolo segundo a segundo, acumulación
de CO2 en su sangre que lo amorata al límite de resistencia, amenaza ominosa de
muerte; si fuera poco, la presión que ejerce el canal del parto sobre su frágil
cráneo, traslapa sus huesos, unos sobre otros, causa del sangrado en los débiles
tejidos, la boza serohemática (si la duramadre no fuera algo más fuerte que los
demás, sería muerte segura por hemorragia cerebral).
Si alguien hiciera esto con sus propias manos, sería reo de pena de muerte.
Hasta aquí ya es
inaudito el riesgo de muerte, pero, al caído caerle: súbitamente cambia su
tranquilo y tibio entorno uterino por otro que lo estruja y enfría, pero,
quizás, el feto ni se da cuenta de esto porque la asfixia le consume toda su
atención.
Para rematar, cual
vía dolorosa, a alguien se le ocurre asestarle una palmada en la nalga.
Es probable que no existan las primeras palabras, sino las primeras palabrotas, y son: “qué bruto” (o peores, con justa razón).
Es probable que no existan las primeras palabras, sino las primeras palabrotas, y son: “qué bruto” (o peores, con justa razón).
Tal manotazo no
está previsto en el plan de natura. Si logra sobrevivir, es porque tiene un as
bajo la manga: el centro respiratorio (apnéusico y neumotáxico) de su bulbo raquídeo,
capta la ominosa acumulación de hidrogeniones [H+] (proveniente de la disociación
del ácido carbónico, producto de la combinación
enzimática del CO2 con el H2O), para desencadenar el reflejo muscular que expande
el tórax e inspire la primera bocanada del aire salvador, y con el grito más
rabioso y lastimero de toda la fauna terrestre, retorna el color rozagante, para felicidad de todos, y ¡oh, injusticia!, el
agradecimiento a la palmada entrometida.
P.D: en mi ejercicio
profesional, no vi la “palmada” durante la atención perinatal.
Es así: la enzima anhidrasa carbónica
combina reversiblemente el CO2 (producido constantemente por la combustión
celular) con H2O para producir H2CO3 (ácido carbónico), que es muy inestable y
se disocia en bicarbonato HCO3 e hidrogeniones H. El aumento de H, aumenta la
acidez (baja el pH) que es registrado en el centro apnéusico, lo que provoca la
activación del centro neumotáxico, que excita las neuronas que producen
contracción de la musculatura inspirativa (que, de paso, arrastran aire hacia
los alvéolos), y luego, pasivamente, la caja torácica exhala aire, arrastrando
hacia afuera el CO2 acumulado, lo que provoca automáticamente la disminución de
la acidez (sube el pH). La caja torácica en reposo (durante y final de la
espiración), provoca, de nuevo, la acumulación de CO2, aumento de ácido
carbónico, aumento de H, baja el pH, registrado en el centro apnéusico, que
activa el centro neumotáxico, etc, etc. Quien hace respirar es el H y es éste
el registrado por el organismo. El oxígeno, es como un rey, que entra a su
palacio, y ya todo está arreglado para que haga su trabajo, servir de
comburente. El combustible es la glucosa y grasas. El producto de esta
combustión, es el CO2, desecho, a su vez convertido en peón de brega sobre el
que recae la mayor responsabilidad, producto del látigo de la anhidrasa
carbónica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario