sábado, 1 de diciembre de 2018

POEMA MEDIEVAL MOLTO ANÓNIMO.



Propio de cabalguez,
y además, escrito al revés,
de soldado, con viva rudez,
y de juglar, con sobria romantiquez.

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Oh!, amada Renatta,
cabalgo lontananza per la campiña,
e chento forte movimento intestinale,
oh!,  amada Renatta;
bajo cabargatta, bajo pantaloni,
e falsa alarmatta, oh!, amada Renatta;
subo pantaloni, subo cabargatta,
ma en rauda carreratta,
oh!, amada Renatta,
chento novo movimento intestinale;
bajo cabargatta, bajo pantaloni,
e natta, oh!, amada Renatta;
subo pantaloni, subo cabargatta,
e prechicho, la cagatta,
oh!, amada Renatta.

sábado, 30 de diciembre de 2017

TESTIGO POSTMORTEM



Introdujo presurosa el cuerpo sin vida y aun tibio en el baúl de su auto y se dirigió en veloz carrera al hospital.

La brigada policial que acudió de inmediato al llamado telefónico urgente de la mujer, solo encuentra sobre el piso del garaje, abierto de par en par, un hilo de sangre que empieza cerca de un casquillo de proyectil y conduce, a pocos pasos, a ninguna parte.

Otro vehículo, instantes después de la detonación, emprende huida amparado en la oscuridad de la noche, mezclado en el ya escaso tránsito citadino hacia un bar de los suburbios, donde sus ocupantes habrían de celebrar el crimen perfecto.

Perfecto durante un día.

El enfermero conduce con visible agitación la camilla con el  cuerpo inerte por los pasillos hacia la sala quirúrgica, no por el apremio de salvar una vida sino intimidado por un misterioso afán concentrado en el dedo de la dama bajo el abrigo, convertido en el cañón de un revolver.

El asesino, quien planeó meticulosamente con su cómplice el crimen y esperó hasta el momento oportuno, no salía de su asombro al ver su retrato hablado, no cualquier bosquejo policial, sino “su” retrato verdadero, plasmado en las pantallas de la tv y los periódicos locales ¿Que salió tan mal?

El cirujano, todo para él inexplicable, no logró entender en qué momento él mismo se sintió culpable de las nefastas consecuencias del crimen, y muy a su pesar profesional tuvo que acceder a regañadientes a la obstinada petición de la mujer.

Fue así como una vez recuperada de la anestesia de la primera etapa del procedimiento, solicitó desde su camilla la presencia del dibujante criminalístico para hacer la más precisa descripción del rostro de quien oprimió vilmente el gatillo, pocas horas antes.

No pasó mucho tiempo de cometido el asesinato, cuando ya comparecían ante el juez el homicida y su secuaz, enfrentando larga condena.

“Sírvase explicar amplia y detalladamente, pregunta el juez subrayando cada palabra y sin quitar sus ojos de encima de la testigo, la razón por la cual trasladó al hospital el cuerpo sin vida y qué tipo de operación obligó al equipo médico que le practicaran”.


La mujer, aún convaleciente, se limitó a entregar copia de su historia clínica al secretario, al momento  en que llamaba al cirujano para expresar su agradecimiento por el trasplante en su cuerpo y posterior retiro del riñón de su marido, trabajo sin el cual el crimen habría quedado en absoluta impunidad. 


Nota: La temática de este cuento no es producto de la imaginación. Paul Pearsall reporta el caso de la paciente preadolescente de trasplante de corazón, quien al despertar de la anestesia decía con insistencia: “yo sé quién mató al dueño de mi corazón”. Su familia contó esto como una anécdota a la trabajadora social del Hospital en Hawái, quien conocedora de las circunstancias de la muerte del donante, alertó a la policía, por lo que no tuvo dificultades en hallar al culpable luego que la niña señalara con su dedo al asesino en la baraja de fotografías de sospechosos puesta a su disposición.

jueves, 14 de diciembre de 2017

EL TRASPLANTE


                   
     Este cuento salió poco antes que el equipo Canavero-Xioping planearan realizar el trasplante de cabeza, y se refiere a un nuevo paradigma insospechado que podría ser descubierto si el paciente logra sobrevivir para contarlo. ¿Ficción? Es probable que no


I Parte


Después del partido de fútbol, Igor, de abombado rostro asiático, tomó la decisión más dramática de su vida. No quería estar cuadripléjico ni un minuto más, y soñando meter ese gol que acababa de ver, tomó su celular y llamó al hospital.

No fueron necesarias más explicaciones. Igor aceptó en el quirófano todas las consecuencias del procedimiento.

Mientras tanto, al otro extremo de la ciudad, un marinero tomó la decisión más dramática de su vida. No quería tolerar tal insolencia ni un minuto más, y creyendo resolver el asunto, tomó su pistola y le disparó en la frente.

No fueron necesarias más investigaciones. El marinero aceptó en la comisaría todas las consecuencias del crimen.

Igor y el muerto se irían a encontrar en un momento de sus historias jamás pensado. Pero lo más increíble estaba por ocurrir luego de cruzar sus vidas en un salto aún desconocido por la ciencia.


En tortuoso despertar de la anestesia, el paciente se incorporó lentamente y muy atolondrado al borde de su cama. Se dirigió con paso tembloroso rumbo al lavabo donde profirió un grito aterrador que hizo saltar en veloz carrera a la enfermera. Allí lo encontró en un rictus de terror frente al espejo aferrándose la cabeza con sus manos. Sus atinadas explicaciones sobre los efectos de la cirugía, lo confundieron aún más. 

Con pasos arrastrados y aun con la batola levemente ensangrentada, se dirigió por el corredor hacia la puerta, y avanzó por los andenes gritando como un loco para estupefacción de los cirujanos, pues no se dirigía tras del gol soñado, sino emitiendo misteriosos alaridos guturales: 

¡!! Yack, te encontraré…¡¡¡¡



II parte



Años después tornó al bar de costumbre luego de purgar larga condena, con el propósito de encontrar algún sentido para su triste vida. Y lo que más le importaba, su viejo tormento en la soledad de la celda, era olvidar aquel disparo en la frente.

En el otro extremo de la ciudad, todos sus amigos extrañaban el entusiasmo de aquel chico inválido cuyo nombre quedó impreso en un gran cartel: “Estadio de fútbol Igor”. 

Pero lo que más extrañaban no era que no volviera, sino que hubiese olvidado totalmente su enorme pasión por los goles y por el contrario, se entregara como un habitante más de la calle, repitiendo un nombre carente de todo significado.

Pero un día, ese nombre adquirió significado.

Los clientes no salían de su asombro cuando aquel hombre de abrigo raído y amplia cicatriz alrededor de su cuello, irrumpió al bar abriendo la puerta con un puntapié que acalló súbitamente el bullicio, y luego de atisbar por unos instantes a su alrededor, se dirigió hacia la barra sin apartar la mirada sobre el solitario exconvicto, quien con ojos desorbitados le costó comprender el gesto de aquel abombado rostro asiático sobre el suyo, que al momento de hincar su índice en la frente le exclamó:

¡Yack, ni usted es usted ni yo soy yo! 


III parte



Nunca se pudo recuperar del tremendo impacto que le significó ese inesperado momento. Nadie más en el mundo sino el muerto fue testigo presencial de ese disparo. Tuvo la certeza que su encuentro fue con el muerto viviente, y si era un hombre solitario, ahora temía acercarse a nadie. En el bar le decían, Yack, el mudo.

En el otro extremo de la ciudad, se ajustó la oscura bufanda al pasar frente al hospital y se detuvo por un momento ante a la puerta por donde salió, años atrás, portador una nueva vida que sintió distante.

Las calles lo condujeron hacia un portal enmarcado por un gran cartel. Sintió el extraño impulso de pasar bajo él y de repente estaba en la grama de un estadio de fútbol.

Siguiendo un instinto inexplicable, se despojó de su bufanda. Lenta y estudiadamente la enrolló formando un gran nudo esférico y la colocó suavemente sobre la raya del penalti al momento que oye la aclamación del público; ...¡!...Igor, Igor, Igor….¡¡¡… 

No pudo más que emocionarse, y tomando impulso, su público se puso de pie y contuvo la respiración. Se lanzó sobre el balón y con un disparo perfecto que le imprimió vibración metálica, lo impulsó con tal efecto que formó en su trayectoria un arco que atrapó las miradas y lentificó el tiempo, y en cámara lenta la estupenda estirada del portero a duras penas le alcanzó para rasguñar la superficie del esférico que siguió su glorioso camino, justo bajo el ángulo de los postes, para abombar la red que produjo el gran estallido del estadio: ¡!!goooooooollllll, gooooooollll¡¡¡. 

Sintió que era real, no por la aclamación de su público sino porque por primera vez en su nueva vida, se formó en su abombado rostro asiático una amplia sonrisa de satisfacción.  

Deshizo cuidadosamente el nudo de la bufanda como en regreso de un misterioso mundo de maravilla.


Al enrollarla en su cuello, como un sueño hecho realidad, tuvo la extraña impresión que no fue aquel disparo verdadero sino este disparo fantástico que lo llevó al fin de su vida, y tomó camino por el nublado bosque, para nunca más regresar. 





domingo, 19 de noviembre de 2017

MARCIANOS



Un marciano en forma de roca que vive en medio del rojo desierto, envía una señal codificada a la base que se encuentra en el fondo de un pequeño cráter, mediante golpeteos convertidos en ondas de vibración elástica irradiadas a través del suelo:




“Solicito…”.

Esta señal, recibida y procesada pocos segundos después, le fue contestada en igual medio de comunicación: 

“Continúa…”

…permiso…”

En idas y venidas de estos mensajes acústicos sobre el terreno, al explorador marciano le fue autorizado el permiso para dar cada paso en dirección hacia su hogar donde su esposa, en forma de piedra pulida, lo espera ansiosa para la cena.

Mi amor, le dijo en tono muy preocupado al llegar, acabo de ver a la distancia hace un instante unos rarísimos objetos en forma de taza con ruedas, lentes, antenas y tenazas.




Ella, incrédula, se asomó a la ventana al momento que vio oscurecer el día con la sombra de una pala mecánica que enviaba a una estación aun mucho más distante otra señal:

“Aló, Huston, no hemos visto signos de vida…”.

domingo, 14 de mayo de 2017

EL ESPEJO



Vagó por la calle atiborrada el suficiente tiempo como para percatarse que, aunque extraño en la ciudad, los rostros no le parecían ajenos, y en vez de divagar con su mente en asuntos todavía más extraños, se dio a la tarea de observar a los ojos a cada uno de los transeúntes, y, si bien nunca supo el nombre de ninguno, tuvo la extraña certeza de saber si habían o no, muerto.

Al día siguiente, intrigado por la rara experiencia del día anterior, salió a la calle y, ciertamente, pudo darse cuenta que aquel hombre que venía en dirección contraria, no había muerto, aquel otro, recostado en un poste, tampoco había muerto, y otro más allá que apenas sí pudo observar porque en ese momento doblaba la esquina, tampoco había muerto. 

Pero, pasmado de la veracidad de su poder recientemente descubierto, no vio a alguien, ¡y supo que estaba muerto!, más adelante, tampoco vio a otro, y también supo que estaba muerto, a otros tres que no vio en sucesiva secuencia, ¡también estaban muertos!, pero el alma le volvió al cuerpo al observar a un pobre hombre con su sombrero supino, que no estaba muerto.

Ya con la respiración calmada, quizás por la costumbre, al tercer día le fue mucho más fácil ejercer su raro poder, y para aligerar las cosas se fue a la plaza de mercado donde, ya mecánicamente sabía que si veía a alguien, no estaba muerto, y si no veía a otro, es porque estaba muerto, raro evento que pudo constatar, una y otra vez.

Pero no se puede guardar eternamente un secreto, y esta vez, luego de ver a muchos no muertos y no ver a muchos muertos, quiso averiguar la razón de su extraño poder, y se dirigió, como si supiera, al cementerio.


Rápidamente localizó al guardián, quien, en ese preciso instante, abría una fosa. 

Sintió temor al ver aquel hombre, tan encorvado como gigantesco, tomar de un polvoriento maletín de labor un espejo, que, atendiendo a su pregunta, puso ante sí, y al no ver su propio rostro reflejado en él, desenmascaró de inmediato su misterio, y cayó, cuan largo es, al fondo de su tumba. 


LA REUNIÓN




Se reunieron de urgencia en alguna apartada y tranquila isla del pacífico los más importantes personajes del universo, y organizaron, para tal efecto,  una mesa redonda alrededor de un pequeño agujero negro.

Llamaron a lista, según su ubicación en la tabla y constatado el plenum expusieron el tema a tratar: la Tierra.

El Hidrógeno tomó la palabra y en tono solemne y preocupado hizo un recuento del panorama universal, expresando que, una vez revisados los planetas, soles, satélites, cometas y demás cuerpos celestes, y que no obstante en algunos de ellos se detectan gigantescos volcanes que revolucionaban totalmente el paisaje muy a menudo, así como otros emiten letales rayos que no permiten que nadie se les acerque ni a miles años luz, y muchos más lanzan gases infernales a discreción, aun así, unos y otros respetan sus lugares asignados y, en general, no hay reportes de mayores daños.

Con la mirada inquisidora sobre el sabio Carbono que escuchaba con atención el reporte suministrado por el secretario, el Hierro, quien revela con bien articulada y potente voz que se ha detectado la existencia de unos minúsculos y ridículos seres que por razones inexplicadas se han propagado por este insignificante planeta que hasta el presente ha pasado inadvertido (señalando con su dedo hacia el piso), tomándose atribuciones de una peligrosidad nunca antes vista.

Ciertamente, replicó el Plomo en tono de protesta, han abusado de mí como nunca antes había ocurrido, a lo que ripostó el Arsénico denunciando que, en forma inaudita, parece que ellos mismos se proponen desaparecer de la faz de tan minúscula roca.

Tomó la palabra el Uranio, que tiene fama de avezado gladiador cósmico, para ofrecer, generando asombro general, su propia existencia en el noble empeño de poner orden universal, fisionando su núcleo para convertir de una vez por todas a este pequeño y ya peligroso corpúsculo autodenominado La Tierra, en un hermoso y brillante anillo de arena multicolor que gire alrededor de su sol, para beneplácito de todos.

En medio de un murmullo de aceptación general, dada la gravedad de la denuncia, pidieron la palabra, dos connotados y sesudos doctores, el Sodio y el Cloro, quienes, en estricta resonancia se expresan al unísono, para exponer su moción de procedimiento en esta plenaria estelar, para pedir un compás de espera para estos molestos animalillos bípedos, dado que se han escuchado ciertos rumores que supuestamente pretenden aplacar los ánimos entre ellos mismos.

El Hidrógeno, retomando el consenso general, acepta la propuesta del sensato dúo, no obstante dejar sentada en el acta que si tal intención no es más que más de lo mismo, llamará al servicio la noble oferta del Uranio.

Una vez consignada fecha y hora del próximo cónclave, se lanza la sesión al agujero de gusano para desaparecer en fulgurante resplandor a la velocidad de la luz hacia sus respectivas moradas en el firmamento.